viernes, 27 de octubre de 2006

PERDON

Él apretó con fuerza el vaso de vidrio barato y mientras cerraba los ojos, como un pesado telón de viejo escenario abandonado, tragó el fuego del líquido que le consumió lentamente lo que quedaba de su lacerado esófago deseando que ese fuera su último dolor.
Pero no fue así, antes incluso de que sus labios dejaran de besar el frio elemento puedo sentir la sal recorriéndole la reseca mejilla hasta evaporarse en su boca amarga. ¿En qué momento llegó hasta allí?
Ya no recordaba cómo pudo ser que la soledad fuera su verduga, cuándo fue que dejó de disfrutar el amanecer para sufrir el ocaso, ni qué lo mantenía con los signos vitales funcionando: porque eso no era vida, era tan sólo existencia, superflua y obsena existencia.
Lo que no se cuestionaba era el por qué, eso lo sabía - otro trago amargo que quema el estómago e invita al vómito- era obvio hasta para él.
Hacía ¿cuánto? ¿dos meses, cinco, un año? No podía precisarlo, su única referencia era un diario que aseguraba, a fuerza de rojas letras gordas que habían capturado a Saddam Hussein y en lo que le quedaba de cerebro activo pensó: "te cambio de lugar ".
Sobre un mueble vetusto que oficiaba de espía, la foto de su alma gemela era la única testigo de su agonía. Tenía la sonrisa fresca de la gente feliz, lo ojos brillantes de quien tiene proyectos y las ganas de poder hacerlo todo; detrás el manto de agua salada brillaba a la luz cálida de la luna anaranjada que derramaba miel.
Durante algunos momentos del ¿día-noche? podía ver a la imagen con el rostro enojado vigilando sus movimientos, en otras oportunidades vió a la mujer retratada llorar e incluso una vez, sólo una, no la vió, todo era mar. Fue el día que le sacudió el polvo del olvido a una vieja pistola, nunca supo la diferencia con un revolver, y la cargó con una sola bala. Desde ese momento el arma yace sobre la reseca mesa, apenas a unos centímetros del alcance de su brazo, porque de esa manera tendría tiempo para pensarlo una vez más.
El dolor de la traición lastimaba profundo, nunca pensó que le dolería tanto al traidor, siempre pensó que era dolor de traicionado. Ahora lo sabía, el engaño hubiera podido ser evitado, no era necesario, lo tenía todo.
Fue el hombre más amado del mundo y el que más amó, jamás pudo explicarse por qué la traicionó, a lo mejor creyó que nunca lo sabría, como si eso fuera posible. Tan sólo con verle a los ojos ella lo supo y la vergüenza evitó que pudiera siquiera preguntarle por qué, y la vergüenza evitó que él pudiera explicarle por qué.
Arrojó la botella al cementerio de vidrio en el rincón más alejado de la habitación, destapó ese fino champán que les habían regalado el día de la boda y sonrió. Fue por un segundo, pero sonrió. Entonces una línea de lucidez brilló ante sus ojos, retiró el frió metal de su boca y se quedó en silencio.
Lloró. Lloró como un niño asustado buscando el abrazo protector de su madre, lloró como una viuda embarazada al pié de una tumba de tierra, como llora en el exilio el hijo único o la madre ante una ataud cubierto por una bandera.
Entonces buscó con la mirada nuevamente la foto, primero se sobresaltó al no verla, luego enfocó sus ojos como si fueran una vieja cámara manuel y la vió.
Ella estaba ahí teñida de ayer, lo miró con esos ojos enamorados que una vez supo regalarle y tendiendo la mano alejó el arma terriblemente lejos a la otra punta de la mesa.
Las manos suaves limpiaron las lágrimas en el agrio rostro, luego le tendió la mano y lo ayudó a ponerse de pié.
Se fundieron en un abrazo interminable, la palabra perdón no se escuchó, pero el perdón se sientió en el aire.


1 comentario:

ºMaRiaNº dijo...

Hola shee, espero ke sobrevivas el finde y estés bien ..vos toma las cosas lo mas friamente posible y priorizate!nadie vale tus lagrimas , pero tampoko te niegues a aflojar un pokitin si es ke t emoris de ganas de hacerlo..
Besos y abrazos contenedores Sheeee!!!!
malditaperra02@hotmail..