Las redes y vos, y yo, y ellos
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Hace 23 años, llegaba a la radio,
ponía papel en la máquina de escribir y redactaba los flashes de noticias que
se emitían cada una hora. En noviembre de 1999 nació mi primogénita. Cuando me
reintegré a mi trabajo la vieja Olivetti había sido reemplazada por una computadora.
Durante media hora traté de descubrir cómo utilizarla y mis primeros
pensamientos fueron de desazón, frustración y confusión. Para mí no había nada
más confiable que el papel, el tangible y confiable papel.
Veintitrés años más tarde mi
alarma suena en mi celular, un teléfono inteligente, a veces más que yo misma;
enciendo mi notebook que viaja conmigo a todos lados para trabajar de manera
remota; hoy la radio (la misma radio de 1999) tiene dos computadoras en el área
de Producción; ya no utiliza discos de vinilo que descansan como en un museo al
lado de las computadoras, ahora la música, la tanda y las entrevistas salen
todas al aire desde la computadora del operador.
El médico me confirma mi turno
mediante un correo electrónico, el mismo turno que saqué por mensaje de
whatsapp; elijo con el control remoto qué película quiero ver en las distintas
plataformas; mi hijo juega en línea con personas de Puerto Rico; el cura de mi iglesia
me escribe un correo electrónico desde Roma, donde fue a ver al Papa.
Tengo amigos que nunca conocí en
persona pero con quienes me escribo por Facebook y que conocí en Blogger, escribo
desde el sillón de mi casa una gacetilla sobre una actividad en la plaza a la
que no fui y envío fotos, que nunca tomé, a los medios de toda la región. Estudio
sin moverme de mi casa una licenciatura de manera virtual y dialogo con compañeros
que quizás nunca vea. Una publicidad en Instagram me recomienda un par de
zapatos N° 36 de oferta ¿Cómo saben cuánto calzo? Otra en Twitter me dice que
es el cumpleaños de “Poroto” Lux ¿Cómo saben que soy de River? Una aplicación
desde mi celular me dice que mi presión subió y que no caminé lo suficiente.
El mundo se hizo más pequeño ¿O
se hizo más grande?
Hay algo de lo que hoy en día no
caben dudas: “Internet se ha constituido en una herramienta, en una plataforma,
en un espacio insoslayable que continuará creciendo y abarcando cada vez
mayores franjas de la población mundial”, La
Revolución horizontal, Gonzalo Alonso y Alberto Arébalos. Libros en Red,
2011. Y en esta línea de pensamiento vale preguntarnos cómo nos relacionamos
con las redes sociales y las plataformas que utilizamos.
Si bien la mayoría disfrutamos
utilizar Facebook y nos produce satisfacción ver los Me Gusta en una foto que
subimos y un comentario que escribimos también es cierto que muchos están realmente
preocupados por la utilización de su datos personales en las distintas
plataformas. La cultura de la conectividad,
José Va Dijck. Siglo Veintiuno.
Fue interesante leer los
comentarios de la gente cuando el Gobierno Nacional solicitó completar un
formulario web para acogerse a los beneficios de los subsidios a los servicios
de electricidad o gas. Mucha gente manifestó que no estaba dispuesta a entregar
información personal a una página del Gobierno porque no sabían qué iba a hacer
el Gobierno con ella. La misma gente que escribía desde una red social a la que
pudo acceder por responder con datos personales para abrir su cuenta y que paga
mediante Mercado Pago sus compras.
Las redes ofrecen algo que los
medios tradicionales anteriormente no podían ofrecer: la posibilidad de no sólo
leer, sino de ser leídos. La comunidad virtual transformó a sus usuarios en "editorialistas" compulsivos. Decididamente la actitud de los usuarios para con
los medios virtuales, redes sociales y plataformas cambió.